jueves, 15 de diciembre de 2016

15. Energía en Movimiento

Sin darse cuenta, se había quedado dormidos. Uno al lado del otro, medio abrazados. Esmeralda abrió los ojos sin saber dónde estaba, pasado unos segundos, toda la noche anterior regresaba a su mente, así como la sensación de una puñalada en el pecho. Ella miró a Luciano fijamente, nunca se había detenido a observarlo. Su rostro era de facciones un poco toscas y su barba bien cuidada, le daba un aspecto muy viril. Tenía unas cejas pobladas pero definidas y el pliegue de sus párpados, dejaba ver unas pequeñas arrugas, muy finas y superficiales. En su mejilla derecha, sobre el inicio de su barba, una delgada cicatriz que poco a poco iba difuminándose hasta desaparecer.

 Luciano se despertó y lo primero que vio, fue esos hermosos ojos verdes observándolo. Inevitablemente esbozo una ligera sonrisa que Esmeralda notó, haciendo que sus mejillas se sonrojaran. Él acarició suavemente el ángulo de su mandíbula y sonrió ampliamente al ver que ella se ruborizaba mucho más.

 - ¡Buenos días!
 - ¡Buenos días!- respondió Esmeralda.

 Él se quedó viéndola, sin decir más, solo verla le bastaba para sentirse feliz. Ella ladeó la cabeza y siguió mirándolo, como si quisiera leerle la mente. Pero Luciano no dejaría que ella adivinara sus pensamientos, el los pondría en marcha.

Sus rostros estaban a muy pocos centímetros el uno del otro, pudiendo sentir la respiración de cada uno y como se entrecortaba. “Es ahora o nunca” pensó Luciano, por lo que se acercó un poco más su rostro al de ella, y la besó. Sintió inmediatamente el calor de sus labios, su suavidad y su dulzura.

Ella correspondió al beso, sintiendo como apagaba el mundo y solo estaban ellos dos. Las manos de Esmeralda se envolvieron en el cabello castaño de Luciano y las manos de él acercaron el cuerpo de ella al suyo. Fue un beso lento y cálido, sentían como la energía estática que había entre ellos dos, se convertía en energía en movimiento. Sin embargo, su beso fue interrumpido por una notificación del celular de Esmeralda.

 - Es Camila, mando una nota de voz- dijo Esmeralda.
     “Esme, no te vuelvas a desaparecer así, Carlos estaba furioso ayer cuando me llamo en la madrugada, quería hablar contigo, pero le dije que ya estabas dormida, que no te molestara, no sé qué pasó, tu abuelo llamó para preguntar si irías a almorzar, le dije que no, que almorzarías con los gemelos y que ya habías salido para allá. Llámame.”
- Parece que almorzaras aquí- sonrió Luciano.
- No creo que deba. No quiero que los chicos se enteren que me quede a dormir aquí- respondió ella. - No lo sabrán, ellos deben seguir dormidos,nos cambiamos, bajamos y hacemos el almuerzo y cuando despierten le decimos que acabas de llegar.
- Con el vestido de anoche- apuntó ella.
- Tienes razón.
- Será mejor que llegue donde Camila a cambiarme y luego llegue a casa.- comentó Esmeralda desanimada mientras se levantaba de la cama y se dirigía al baño para cambiarse.

Luciano se levantó, lleno de desilusión, quería estar más tiempo con Esmeralda, su compañía le hacía bien. Tomo una camiseta del closet y se la puso. Minutos más tarde, ella salió de baño lista para irse.

 - Gracias- dijo.
- No hay porque – respondió Luciano- verificare que los chicos estén dormidos y luego saldrás. Sabes que ellos no dirán nada si te ven, ¿verdad?
- Sé que no lo harán, pero no quiero meterlos en problemas, tampoco a ti.- respondió Esmeralda, reflejando miedo en sus ojos.
- No te preocupes por mí, yo se me cuidar. – dijo Luciano, tomándola de la cintura y besándola nuevamente.

Ella se dejó ir en el beso, un poco más rápido que el primero, lleno de deseo, de química.

jueves, 29 de septiembre de 2016

14. Lejos de ti, de tu amor venenoso.

Él miró el reloj y se dio cuenta que eran las tres y media de la mañana, y que no podría llevar a Esmeralda a su casa porque su abuelo creía que se quedaría con Camila, la chica que solo había visto dos veces en su vida, mucho menos sabría donde vive.

En el dilema de que hacer, reviso su celular y encontró varios mensajes de sus sobrinos, uno de  Gabriel diciéndole que el conduciría, que estuviera tranquilo; y otro de Enrique, diciéndole que estaba viejo y que ya no aguantaba una buena rumba. Luciano no pudo evitar dar un suspiro risueño al leer el mensaje. Sin embargo, seguía igual, no sabía que hacer; por lo que decidió tomar un taxi e ir junto con Esmeralda a su casa, donde la dejaría en su cuarto y el abriría el sofacama. 

 Luciano, despertó un poco a Esmeralda quien abrió los ojos y al verlo, esbozo una gran sonrisa.

- ¿Estoy soñando?-pregunto Esmeralda con voz de sueño.
- No, pero vamos a la casa, es muy tarde y estas demasiado tomada, no te puedo llevar donde tu abuelo así.- Le respondió Luciano.
- Si tú lo dices- se limitó a decir.

Luciano la ayudó a ponerse de pie y caminar, para tomar un taxi, que gracias a Dios consiguió rápido y en menos de diez minutos ya estaban en la puerta de su casa. Pagó el taxi y abrió antes la puerta de la casa y luego ayudó a bajar del carro a Esmeralda, que aunque mantenía el equilibrio perfectamente, el cansancio y el sueño la vencía. 

Entraron a la casa, y Luciano noto que los Gemelos aún no habían llegado, algo normal en ellos cuando salen de rumba. Subieron las escaleras y se dirigieron a la habitación. Esmeralda, abrió los ojos de par en par analizando el lugar, viendo la cama, el closet, el escritorio y la ventana que daba una vista diferente del patio. 

- Es muy gran- Comentó ella.
- Bueno, es mi casa, debería tener la habitación más grande. Tú dormirás en la cama. Te ofrecería la habitación de huéspedes, pero mi hermana la está remodelando un poco a su gusto, y aun no está lista. 
- ¿Tu dónde dormirás?- pregunto intrigada.
- En el sofá cama- respondió señalándome. 
- ¡Ah!- Exclamó Esmeralda- ¿Si es cómoda? Tu cama es grande, la podemos compartir.
- Si, lo es, no te preocupes. 

Esmeralda, se acercó a él y acarició el rostro de Luciano, sintiendo la suavidad de su barba bien definida. Lo rodeó entonces con sus brazos. El rostro de Esmeralda solo llegaba al pecho de Luciano. El deslizó sus dedos entre su cabello. Entonces ella sollozo en sus brazos  por varios minutos y el al darse cuenta, solo la abrazo más fuertes y le dio un beso en la coronilla de la cabeza.  Su corazón se desgarraba con cada lágrima que ella derramaba sobre su pecho.

Ella se separó suavemente de él pero no completamente. Ella alzó la mirada y vio sus ojos cafés fijamente, sin parpadear, como si buscara algo en ellos. Entonces bajó la vista y dijo:

- ¡Gracias! Solo por ti esta noche ha valido la pena.
En solo pudo asentir. Se separó delicadamente de ella y se dirigió a su closet en busca de un pijama para él y algo que le funcionara a ella. Entonces en el fondo de su gaveta encontró una vieja pijama que le habían regalado para un cumpleaños pero que le quedaba pequeña por lo que nunca se la puso.
- ¡Esto te servirá! –dijo poniéndola en sus manos y señalando el baño dijo- ahí te puedes cambiar con tranquilidad.

Ella entro al baño y en poco tiempo regresó donde estaba Luciano.  Este, no pudo evitar poner en su rostro una sonrisa al ver como la pijama de cuadros que le había dado le sentaba tan bien, aunque no fuera su medida, le quedaba algo holgada, pero resaltaba en ella algunas formas de su cuerpo. La forma en que el la miró no pasó inadvertida para Esmeralda. No obstante ella no se quedaba atrás, Luciano acostumbraba a dormir en bermudas muy cortas y sin camisa; dejando al descubierto, el cuerpo tonificado producto del ejercicio matutino que hace mínimo tres veces por semana. 

Él se acercó a ella, notando también como Esmeralda lo estaba mirando. De la misma forma que él lo hacía con deseo, con ganas de besarse, tocarse, sentirse. Pero la magia se interrumpió cuando el celular de esmeralda sonó. Ella lo tomó rápidamente y miró el número que llamaba. Era su novio. Trago saliva y contestó la llamada diciendo.

- No quiero que te me acerques, o me busques, nada. Y no te preocupes, yo no diré nada que te afecte, desde hoy tengo amnesia. Sabes algo, estaba intentando recordar lo que sentía por ti hace tres años, cuando te conocí y sabes algo, no lo recuerdo, tú mataste mis sentimientos. Yo no te amo y no quiero saber nada de ti, ya no haces parte de mi vida, me canse de tus mentiras, tus malos tratos, ya me quitaste todo lo que era, antes de conocerte tenia vida, felicidad, no tenía miedo. A partir de hoy seré una nueva Esmeralda, lejos de ti, de tu amor venenoso. 

Al terminar, trato de limpiarse el rostro que estaba lleno de lágrimas; pero ya Luciano la estaba deteniendo, abrazándola, consolandola. Así se tiraron en la cama, ella llorando sobre él, mientras que este le decía que todo iba a estar bien. De esa forma de quedaron tumbados en la cama, pasando segundos, minutos, entre lágrima y consuelo. 

viernes, 23 de septiembre de 2016

13. La luna, única testigo.

Esmeralda y Luciano, compraron una botella de tequila en uno de los puntos fríos del lugar y caminaron hacia la bahía que estaba a unas cortas cuadras de ahí. Durante el camino, no hubo más que silencio, pero también esa misma energía que habían sentido la noche de la exposición. 

Llegaron al camellón en busca de la arena. La brisa salada llegaba a su cuerpo y los erizaba de pies a cabeza. Se sentaron cerca del mar, de tal manera que al quitarse los zapatos, pudieran estirar un poco los pies y que estos se mojaran con las olas suaves que se deslizaban sobre la playa.

Esmeralda, tras haber tomado la decisión de desaparecer esa noche, había cambiado de actitud. Estaba más alegre, más eufórica; pero Luciano, pronto advirtió que solo era un mecanismo para no perder el control.

- ¿Te sientes mejor?- Preguntó
- ¡Por supuesto!- Exclamó ella mientras intentaba abrir la botella.

Luciano le quitó la botella de las manos, deseando que el momento en el que sus dedos rozaron con los suyos se hiciera eterno. 

- Sabes algo, no me puedes mentir-dijo mientras destapo la botella.
- ¿Insinúas que miento?- preguntó irónicamente Esmeralda extendiendo la mano para que Luciano le sirviera un trago.
- Tus ojos son transparentes, lo dices todo con  la mirada.

Al decir esas palabras, una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla, pero Luciano la detuvo con su índice.  Nuevamente sintió dolor al verla e ira, ira contra el hombre que ella quería y que la traicionó.

- Pero, no nos escapamos para estar tristes. Así que, ¿Qué quieres escuchar?
- Tu quieres divertirte, pues eso haremos. Pero no quiero música con letra, pongamos una pista de jazz y solo hablemos y brindemos. 
- ¿Y de que hablaremos?-Preguntó Luciano.
- De todo, la noche es joven.-
- ¿Quieres pasar toda la noche hablando?- preguntó sorprendido por el buen humor, que ella tenía y que le pareció real.
- ¿No te crees capaz?- reprocho ella preguntando.
- Si, pero, se van a preocupar en tu casa. 
- No, mi abuelo piensa que dormiré donde Camila.- comentó despreocupadamente.

Así siguieron hablando, trago tras trago, historia tras historia. Ambos descubriendo cosas en comunes, revelando lo que les disgustaba, mostrando sus pasiones, sus gustos, sus debilidades. Con el pasar de las horas habían cambiado de posición varias veces, caminaron a la orilla del mar para estirarse y luego de una vuelta sentarse nuevamente. 

La luna, era la única testigo de la energía electromagnética que ellos dos irradiaban, al hablar, al mirarse, al tocarse. 

Esmeralda se acostó sobre la arena, aun sin importar que podía dañar su vestido, acomodando su cabeza en el regazo de Luciano. Innatamente la mano de él, empezó a acariciar su cabello, suave y sedoso, de un imponente negro; ella no tuvo objeción y continuó hablando, contándole porque había elegido su carrera.

Luciano, estaba ensimismado, sintiendo la suavidad de ella sobre su piel y la delicadeza de su cabello en sus dedos, deleitándose al mismo tiempo con su voz, que de un momento a otro se apagó. Esmeralda se había quedado dormida, cansada de  hablar, de tomar y de fingir que no estaba mal.

domingo, 18 de septiembre de 2016

12. Despareciendo entre el humo y la música

Alrededor de las nueve y media de la noche, Luciano seguía sentado viendo la televisión, y habiéndose tomado en ese lapso de tiempo, una sola cerveza, meditando todo lo que había hablado con su sobrino. Sin embargo, sus reflexiones se dispersaron cuando escucho a los chicos llegar a la sala proponiendo ir al centro, tal y como él lo había dicho.

-          ¿Vas a venir?- preguntó Enrique
-          Sí, pero, ¿nada más somos nosotros? Llamen a más gente.
-          Ya le dijimos al resto del grupo, tu sabes – comentó Gabriel – Entonces, vamos todos a arreglarnos y como a eso de las diez y media tirando a once, nos vemos en el centro.
-          Vale – respondió uno de los chicos, el más alto y al parecer el más joven de todos.


De inmediato, todos se dispusieron a prepararse para salir, al tiempo que los demás integrantes del grupo iban confirmando si se pegaban al plan o no. Faltando un cuarto para las once, Luciano y los gemelos ya estaban buscando sitio para estacionar en el centro, y,  al localizar un buen lugar, caminaron dos calles más en dirección al parque. 

El lugar tenía un ambiente festivo, de alegría, de juventud. Había grupos de chicos repartidos en todo el parque, sentados en las bancas, de pie, caminando, todos con el mismo objetivo que el grupo suyo, elegir a que discoteca entrar, que trago comprar y demás. La brisa de los árboles, refrescaba el ambiente, disminuyendo la ansiedad.  El resto de los chicos estaba reunido del otro lado del parque, por lo que los tres caminaron hacia ellos, esquivando la ola de chicos con anhelos de una noche de diversión.

-        -     ¿A dónde vamos a ir?-Preguntó Enrique, quien el plan de rumba siempre lo animaba más de lo usual.
-          Esme y el novio están en la disco de siempre, ¿Qué dicen, vamos a esa?-pregunto Camila, cuyo rostro se le hizo bastante familiar a Luciano, y que luego de unos segundos, la reconoció como la chica que estaba con Esmeralda en el parque.
-           ¡Claro, por algo es la de siempre!- respondió Gabriel con emoción

Sin saber por qué, Luciano sintió una gran desesperanza; no obstante, no permitiría que esa sensación dañara su noche, por lo que siguió al resto de los chicos en dirección a la discoteca. Después de pagar el cover y entrar al lugar, bañado en luces, humo y música, buscaron una mesa a lado de la de Esmeralda y otras personas que Luciano no reconoció pero que sus sobrinos sí.

Las luces centelleaban al ritmo de la música, pasando desde las salsas hasta la música disco, todo muy variado, para los diferentes estilos de la diversidad de clientes que llegaba al sitio. Al decidir que pedirían una botella de vodka, Luciano tomo la decisión de que se divertiría como hacía años no lo hacía de esa manera. Así que al llegar la botella a la mesa, Luciano empezó a tomar a la par de los chicos. Después de unos cuantas rondas, medio grupo ya estaba bailando.

Esmeralda y Carlos estaban junto con los demás en el centro de la pista, moviéndose al son de la música, y fijos en ellos, los ojos de Luciano, que sin importar cuanto su mente le decía que apartara la vista, no lograba conseguirlo. Carlos le dijo algo al oído a Esmeralda y salió del lugar, y esta regreso a sentarse junto a Luciano.

-          - ¿Te estas divirtiendo?-Le pregunto Luciano, solo para abrir conversación.
-          Si un poco. ¿y tú?- respondió ella.
-          Sí, no es los mismo que hace diez años, pero- el dedo de Esmeralda lo interrumpió
-          Oye lo estás diciendo como si fueras un viejo decrepito.

En eso, Esmeralda sintió que sonaba un celular dentro de su pequeña cartera. Al parecer era un mensaje, pero la cara que puso preocupo a Luciano. Ella había quedado inmóvil y pálida frente a la pantalla del teléfono, por lo que, él lo tomo y vio que sucedía. De inmediato, algo abrasador subió a su cabeza y cuando se iba a poner de pie, sintió la mano de Esmeralda detenerlo.

-       ¡No hagas nada!
-          Pero- dijo Luciano desconcertado
-          ¡Por favor!- suplico Esmeralda
-          Está bien- se resignó, sentándose a su lado, esta vez un poco más cerca. – Pero, ¿harás algo?
-          No es tan fácil- respondió ella.
-          Esmeralda, cuando te envían una foto de tu novio besando a otra mujer al momento que sale de una discoteca donde está contigo, lo más fácil es mandarlo a volar.
-          No es tan fácil- repitió ella.
-          Entonces, no vas a hacer nada- dijo Luciano con decepción.

Luciano, tomo otro trago y se recostó, pero pudo ver en los ojos de Esmeralda que había un gran dolor y una inmensa vergüenza. De inmediato se sintió mal por como dijo la última frase.

-          Discúlpame, Esme, es tu vida y no tengo porque meterme.
-          No te preocupes, solo quisiera desaparecer de aquí en estos momento.
-          ¡Hazlo!- La incentivo Luciano, pero ella lo miro de soslayo-¡Vamos!- dijo extendiéndole la mano- te ayudare a desaparecer, toma tu bolso.

Esmeralda sin pensarlo otra vez, y viendo que las palabras de Luciano iban enserio, tomo su bolso y lo siguió. Despareciendo entre el humo y la música.  Al llegar a la puerta de la discoteca, se detuvieron a mirar por fuera y ver que Carlos no estuviera cerca. Cuando se aseguraron de que no estaba, salieron y caminaron hasta salir de la zona rosa y alejarse de las discotecas, encontrando calma.

-          ¿Y ahora qué?-preguntó Esmeralda.
-          Pues ya escapamos, ¿qué quieres hacer?- preguntó Luciano
-          Si fueras tú en mi lugar, ¿qué harías?
-          Tomar y escuchar música.
-          Pues, eso haremos.

viernes, 29 de julio de 2016

11. Dos cervezas y una confesión

La mañana siguiente, alrededor de las ocho de la mañana, Luciano fue al lugar de la exposición a buscar su carro y regreso a casa. Dedicó su tiempo a realizar una que otra llamada de trabajo, de las cuales 8 fueron de Roberto, para acordar un par de reuniones con un clientes que había conseguido. Así fue su dìa, como lo habían sido los días posteriores de sus anteriores exposiciones: llamar, hacer consultas, organizar la casa, ver televisión, etc. 

Estaba sentado en el sofá de la sala. buscando una buena pelicula para ver, cuando llegaron los gemelos con 3 compañeros más. Los reconoció inmediatamente de la fiesta de la otra noche y saludo con un ¡Hola chicos!

- Hola tío, vamos a hacer un trabajo - dijo Enrique
-Si, claro - comentó Luciano en tono sarcástico
-¿ok?- cuestionó el chico.
-¡Vamos! Son cinco para un trabajo de la u y todos son los del otro día. Ustedes no van a estudiar.-dijo el tío con algo de humor pero al mismo tiempo de mal genio.
-tío, ¿por eso piensas que no es un trabajo?- preguntó Gabriel.
-Bueno, tal vez si tengan un trabajo, pero curioso, no sabia que todos daban las mismas clases, sin embargo, no acabaran hoy si es para mañana.
- Es para el lunes- dijo uno de los compañeros.
-¿Por qué?- preguntó Enrique en tono de desafío.
-Porque es sábado, a 1 semana de haber entrado a clases y faltan 5 horas para que sean las diez de la noche, lo que significa que será una hora de hacer nada, dos horas de intentar trabajar y una hora de hacerlo de verdad, les quedara una hora en la que tendrán pereza y hambre, por lo que decidirán que es tarde para terminarlo esta noche. Entonces recordarán que día es y querrán, uno, o salir de fiesta, o como estan en mi casa, dos hacer la fiesta aquí. - respondio rapidamente Luciano con una gran sonrisa.
-¡ok, tío! ¿Entonces?- preguntó Gabriel con una alegría en el rostro que denotaba buen humor.
-No tengo problemas en que hagan cualquiera de las dos, solo incluyanme.
-¿Todo este discurso para decirnos que te incluyamos en el plan que tengamos para hoy?- se mofó Enrique -¿A caso Roberto te plantó?
-No, él está conociendo a sus futuros suegros, se casará- respondió Luciano.
-¡Imposible!- Exclamó Enrique con sorpresa - ¡¿Roberto alias tres por uno tiene novia y se va a casar?! Creo que deberías buscar novia tío.
-¡Ey!- resoplo Luciano
-Si, debería- dijo uno de los compañero en un tono poco agradable.
-¿Me creen un viejo amargado y solterón?- preguntó.
-Deberías buscar a alguien- dijo Enrique.
-Esta bien, pero eso no respondió mi pregunta-concluyó Luciano.

Los chicos siguieron a Enrique directo a su habitación, pero Gabriel se quedó, tomó dos cervezas del refrigerador, le paso una a su tío y se sentó a su lado en el sofá, todo en silencio por un par de minutos hasta que finalmente hablò.

-Tío.
-¡Ahora qué!- respondió malhumorado.
-¿Te sucede algo?-pregunto el joven.
-No Gabriel, ¿por qué?
-No por nada-respondió Gabriel con una voz cansada.
-¡Ja! Parece que tus amigos tienen problema con mi soltería, ¿les molesta?-preguntó él curioso.
-Nada-Luciano alzó una ceja en forma inquisidora-te vieron con Esme en el periódico- dijo el chico.
-Explicate- rogó Luciano.
Gabriel quedó en silencio.
-¡Por el amor de Dios! Ayer tu y Enrique me miraban con preocupación, ¿qué pasa?- preguntó Luciano ya un poco exaltado
-Bueno nosotros adoramos a Esme- hizo una pausa- ella es especial, viva, algo loca y audaz, no queremos que salga lastimada.
-¿Como la lastimaría yo?-preguntó 
-Bueno, no necesariamente tu, pero- Gabriel hizo una pausa, como si estuviera pensando con que continuar- dime cómo la conociste, se que en mi fiesta no fue, casi no trabajaste desde ese día para decir que pintaste toda esa exposición en una semana.
- Muy listo - le reconoció Luciano a su sobrino- la conocí en el parque, estaba pintando una banca, cuando se sentó ahí a leer, me interrumpió mi dibujo, así que le iba a pedir que cambiara de sitio, pero algo en ella me atrapó, me sentí obligado a pintarla.
- Yo se que es eso algo- expresó Gabriel en un suspiro- ella emana alegría, una sensación de paz, vivacidad, es única.
- ¡Valla! ¿te gusta?- preguntó Luciano.
-Hace mucho tiempo- respondió Gabriel - cuando iniciamos la carrera, la conocí y fue WAO, salimos un tiempo pero ella seguía en el pasado supongo. Dejamos de salir, ella regreso con su novio. Ahora no se, es diferente, no es la misma chica que me gustaba hace 4 años, la alegre, la vital, ahora es todo nostálgica y a veces ausente.
-Eso que tu ves ahora en ella, fue lo que me inspiró a dibujarla.
-Tío, ¿a ti te gusta Esme, verdad?
-Gabriel, a ti no te lo puedo negar. Ella me ha hecho sentir algo que hace tiempo no sentía, y es algo fuerte.
-Bueno tío querido- dijo alzando su botella para indicarle a Luciano que brindara con él- deberías beber esta noche y ahogar las penas que apenas comienza.








jueves, 21 de julio de 2016

10. Miradas Cruzadas

Al terminar la exposición, el salón quedó vacío, solamente Luciano y Esmeralda caminaban lentamente, uno al lado del otro, como queriendo detener el tiempo, hacerlo eterno. El silencio brotaba de entre sus poros, entre los dos; pero, sus miradas al cruzarse, decían todo y nada a la vez. Un camarero le hizo una seña a Luciano e inmediatamente este corto el silencio:

-¿Que tal te ha parecido?- preguntó.
-¡Ha sido hermosa! ¡Muchas gracias!- respondió Esmeralda con una sonrisa en el rostro. Sonrisa que animaba mucho a Luciano.

Él llamo con la mano a uno de los chicos que estaba recogiendo las copas que se habían usado en la exposición.

- Disculpa, ¿Aun queda algo en esa botella?- preguntó Luciano.
-¡Claro señor! Esta fria todavía, era de las ultimas que se abrieron.- respondió el muchacho. 
-¡Maravilloso!- exclamo él mientras tomaba las dos copas de las que habían estado bebiendo y las lleno del delicioso vino espumoso que habían bebido durante toda la velada.

Mientras tanto, Esmeralda lo miraba expectante a lo que hacía. Pero no solo lo observaba, sino que también se memorizaba cada uno de sus gestos, expresiones y su forma de moverse. 

-¡Toma!- le extendió una de las copas.
-¡Gracias!- respondió al tiempo que la recibía. permitiendo que en ese momento, sus dedos se rozaran, un simple contacto de piel que les generó a ambos un corto circuito. 
-Me alegro que te gustara la exposición- hizo una pausa- Gracias- añadió.
-¿Por qué?- preguntó Esmeralda con curiosidad.
- Por darme todo esto, la mejor exposición de mi carrera artística, y una de las mejores noches de mi vida hasta ahora.

Esmeralda se sonrojó; pero al mismo tiempo, evoco una hermosa sonrisa. Luciano le extendió el brazo para que ella lo tomara, tal como lo habían hecho toda la noche. 

-¡Bueno!- suspiró Luciano.
-¡Bueno!- repitió ella.
-Te he invitado a cenar después de la exposición, así que vamos.

Luciano la dirigió por las escaleras hacía una terraza que quedaba arriba del salón. Un lugar cuya vista era preciosa, mostrando de forma paradójica, la grandiosidad de la pequeña ciudad donde vivían. Se sentaron en una mesa que estaba en una de las esquinas, los asientos de cemento bordeando la terraza estaban acolchonados y cubiertos por muchos cojines de colores, y en la pared donde estaba la puerta por la que habían entrado, había una enredadera que llegaba hasta el techo del lugar. Luciano rellenó las copas con una botella que se encontraba en la mesa.

-Espero que no seas alérgica a algo, porque me tome el atrevimiento de ordenar antes de la exposición unos platos para los dos en otro lugar y que los trajeran hasta aquí. Es que tu sabes este no es un restaurante, pero su vista es hermosa y querìa que la vieras.

Ella rió un poco y aun con la sonrisa en el rostro dijo:

-¡Tranquilo! Se que esto de la exposición te ha hecho trabajar de mas y te tiene un poco agotado. Es hermoso, el lugar, la vista. ¡oh! ¡La vista es excepcional!
-Si, así es. Gracias por comprender. Sin embargo, me gusta que las chicas elijan lo que quieren comer, es una forma de conocerlas.- comentó él.
-Un hombre que desea conocer todo, es porque quiere el control de eso.- sugirió ella.
-Una mujer que juega con las palabras de un hombre, quiere decir que es inteligente. Tan inteligente para saber que si lo dice, este responderá con otro juego de palabras y ella sonreirà, tal como lo haces tu.
-¿Acabas de decir que he dicho una frase premeditada para obtener esa respuesta y luego reír?- pregunto de forma sarcástica. 
-Absolutamente,

Al hablar, era como si los dos le hubiesen puesto mute al ruido de la ciudad y solo eran ellos, ahì sentados en esa terraza, cenando, hablando, riendo; y esa, era una escena casi eterna. Solo eran ellos y sus voces, el sonido de los cubiertos chocando con el plato, uno que otro sonar de copas y un sin fin de miradas cruzadas. Miradas que invaden el alma o desnudan tu ser. Esas miradas que cuando te las cruzas una vez en tu camino, siempre quieres volver a verlas con la unica condicion de que sean los ojos de esa misma persona. Esa que con sus ojos te revelan los misterios de la vida, de tu vida. Esas miradas cruzadas que te dan miedo y nervios, que desordenan tu mundo, esas que justo cuando sus ojos se encuentran de frente, transmitiendo un sin fin de emociones, te hacen sentir que todo es bueno y esta bien.

martes, 21 de junio de 2016

9. La Exposición

El viernes había llegado, y con él, los nervios incontrolables de Luciano, que  iniciaron apenas despertó ese día. No era su primera exposición de arte; pero era la primera en la que iría acompañado de alguien que no era su familia.Gabriel y Enrique, aún estaban en clase, por lo que Luciano les dejo las invitaciones pegadas con un imán en la nevera y salió de su casa con mucha emoción. 

Eran alrededor de las seis de la tarde cuando él llegó a su casa, la casa de Esmeralda. Después de aquel domingo en el parque, aceptó ser su cita en la exposición, cosa que le había producido una grata satisfacción a Luciano. Este bajó del carro y tocó el timbre de la casa, pasaron unos segundos y un señor mayor, canoso y algo encorvado abrió la puerta e hizo una mueca al ver a Luciano.

-¿A quién busca?- preguntó.
-A Esmeralda, por favor, soy Luciano.

El rostro del hombre cambió entonces de expresión, pasó de ser muy rígida a ligera, como si escuchar el nombre de Luciano le quitara un peso de encima.

-Adelante, ella está arriba, ya se le digo que baje.

Luciano entró a la casa y se quedó al pie de las escaleras mientras que el señor subía estas con una calma que le hizo considerar a Luciano, que el hombre tenía la edad correspondiente para ser el abuelo de la chica. Al cabo de unos minutos, Esmeralda bajó por las escaleras y él quedó impactado. Ella llevaba un vestido largo de flores con unos tacones altos, esto hacía que sus ojos, del mismo color de su nombre, sobresalieran con penetrancia alrededor de su cabellera negra y larga, que esa noche traía en ondas.

-¡Hola!- saludó
-¡Ho-Hola!- tartamudeó él- Estás bellísima. 
-Muchas gracias. Luciano, él es mi abuelo- "Estaba en lo correcto" pensó él-Abuelo, él es Luciano, el tío de mis amigos, los gemelos, ¿los recuerdas?
-¡Cómo no recordarlos! Un poco joven para ser tío de unos muchachos tan grandes ¿no?-dijo el señor, pero sin darle tiempo de contestar a Luciano añadió - mucho gusto - finalizó - Armando De la Torre.
- El gusto es mío señor Armando. Sí, soy  joven para ser su tío pero mi hermana mayor me lleva 18 años y soy el menor de una familia grande.
-Eso suena razonable- el señor hizo otra mueca- ¡Bueno! Se les hará tarde. Que tenga éxitos en su exposición- dijo con un tono de voz que parecía muy honesto, mientras le daba la mano a Luciano.
-Muchas gracias-dijo Luciano al tiempo que le extendía la mano a Esmeralda para guiarla hacia el carro.

Cuando llegaron a la exposición, Luciano le indicó a ella que lo tomara del brazo para que caminara a su lado, y esta al hacerlo, hizo que él sintiera los nervios de la joven; así que, se acercó y le susurro al oído que era para él la exposición más especial para él y agradeció su presencia. 

Había mucha gente en el lugar y Luciano saludaba a todos con alegría y presentando con orgullo a Esmeralda. Saludaron a varias personas ya, cuando un hombre canoso, en cabello y barba, alto y con un porte de elegancia, se acercó a ellos extendiendo las manos. Luciano lo saludó con un abrazo. 

-¡Valla, Valla! ¡Por fín llegas tío!- dijo en acento español- Esta exposición me ha matado, tenemos que hacer algo muy similar en Madrid, será un éxito rotundo; pero, ¿quién es esta hermosura?-preguntó dirigiéndose a Esmeralda.
-¡Ah si! Claro, Alfredo es mi organizador y representante en el mundo artístico, Alfredo ella es Esmeralda la fuente de inspiración para todo este arte. 
-Ya decía yo que tu cara se me hacía familiar, si estas en todos los cuadros, creeme que te doy las gracias, es mas te estoy debiendo mucho por hacer que este hombre hiciera retratos femeninos, y cómo no tía, si estas guapisima.
-¡Muchas gracias!- dijo Esmeralda sonrojada- Un placer conocerlo.
-El placer es todo mio- refirió Alfredo- pero, ¿y sus copas? Hay que brindar. ¡Chico!- llamó a uno de los camareros- ¡trae un par de copas para los protagonistas de la noche!.

Luciano y Esmeralda, siguieron recorriendo el lugar, saludando, sonriendo y observando los cuadros hechos por él. Se había pasado más de un mes en ese parque, buscando ese no sé qué realmente inspirador, hasta que la vió a ella.

Los cuadros iban en una escala de colores, mostrando diferentes partes del parque en blanco y negro, y luego la misma escena a color, pero con Esmeralda en ellos. La banca, la cafetería, la biblioteca. Todo en diferentes ángulos, y en el centro de la galería de retratos, ella en la banca, el fondo de este era gris,  y alrededor de las alas de la chica, empezaba a tomar color el cuadro, haciendo parecer que ese ángel irradiaba una gran luz.

-¡Son hermosos! ¿Como lograste hacer tantos, solo me has dibujado dos veces? Son muchos.- dijo ella sorprendida y halagada.
-Es imposible no memorizar tu hermosura, eres realmente bella- le dijo Luciano con una gran sonrisa mientras la tomaba de la mano- Quedaste grabada en mi ser como si fuera un tatuaje; y mis ojos, solo pueden verte a ti. 

Esmeralda se sonrojó aun más, él le dió el brazo nuevamente y se tomaron varias fotos con diferentes invitados de gran importancia. Luciano expresó una cortas palabras en un brindis, dando las gracias a todos los asistentes por su presencia, incluyendo a los gemelos, que miraban los cuadros y a Esmeralda con emoción, y al mismo tiempo angustia y algo de preocupación.